Escondidas en la rosca de un tornillo del exterior de una nave espacial, unas bacterias -o al menos moléculas de origen bacteriano- pueden sobrevivir a la hipergravedad durante el despegue. Según un experimento, también superaron la radiación mientras el cohete se paseaba por el espacio y a la temperatura extrema en su reentrada en la atmósfera terrestre. La investigación puede tener grandes implicaciones en el campo de la exobiología, la búsqueda de vida alienígena, o la exportación de organismos terrestres a otros mundos.
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